La importancia de limpiar el baño

Orden y planificación... pero la vida vuela

Tuve la suerte de conocer a una mujer hace muchos años (mi madre sabrá enseguida de quién hablo), una mujer extraordinaria y que hizo un bien enorme a miles de personas. Dios usó y desgastó su vida por el bien de muchos. No voy a decir quién es, vaya a ser que alguien se ponga de uñas al saber su nombre. Además, qué más da. Lo realmente importante es algo que ella decía y que yo quería traer hoy a colación por sus inmensas facetas, detalles e implicaciones para nuestro vivir cotidiano: «Viajamos a toda velocidad por el universo».

Ay, amigas… Que esto tiene mucha miga. ¿Lo habéis pensado bien? Por la mañana nos levantamos, nos preparamos, preparamos a nuestros hijos, sus desayunos, les metemos prisa al menos diez veces para que se pongan los zapatos (que levante la mano quien se sienta identificada… ¡Todas a la vez no, por favor!), la tropa al coche, reparto de colegios… Y podría seguir. Cada una sabe bien cómo llena sus días y sus horas, en qué llena también su mente, cuáles son sus preocupaciones, tontas o graves. Y llega la noche: deberes, juegos, baños, cenas, conversación, rezos. Y a dormir.

Y así pasan nuestros días. Y cuando nos descuidamos, un curso escolar más ha terminado. En un pestañeo estamos tomando las uvas de nuevo. Y ya estamos en verano otra vez. Y así, día tras día, año tras año.

Puede parecer un post deprimente, pero nada de eso. No es ahí a donde quiero llegar.

A donde quiero llegar es… ¿Cuánta importancia tiene lo que has hecho hoy, lo que haces cada día, si lo comparas con la eternidad?

Ecco.

¿Cuál sería tu respuesta?

¿Ninguna? ¿Poca? ¿No demasiada?

Te equivocas.

La respuesta correcta es muchísima. Tiene una importancia fundamental. Y a donde quiero llegar es que quizá no lo sepas. Quizá vivas muchos días en modo automático. Cumpliendo horarios, siguiendo rutinas. Pero con tu mente o tu corazón en otra (o ninguna) parte. Párate. Vuelve aquí. Lo escribí ya una vez, pero vuelvo a repetírtelo: «Habrá una última vez que te pedirán subirse en brazos para ver qué cocinas para la cena. Las veces que tendrás que limpiar su trona están contadas, no son eternas».

Y por eso, porque todo está contado, medido, pesado, porque tus días no son infinitos, pero al mismo tiempo porque viajamos a toda velocidad por el universo, precisamente por eso no puedes perder el tiempo. No puedes perder tus energías en nada que no construya, que no fructifique, que no aporte. Y ojo, que limpiar el baño aporta mucho (que ya sé que iba a ser vuestra primera respuesta fácil…). Entrar en un baño limpio pone de buen humor, beneficia a toda la familia, alejamos gérmenes, y crea un mejor ambiente, ¿o no? Las mundanas tareas del hogar aportan mucho. Dios nos regaló la vocación de madres y está incluido en el lote, así que está también dentro de su voluntad. Y todo lo que sea Su voluntad es nuestro mejor camino y la mejor elección. Me refiero más bien a no perder las energías mentales o físicas en protestar, en criticar al cuñado o a la suegra, en un trabajo que no hace bien a la sociedad, en deprimirte por los kilos de más del posparto o de las rosquillas en mi caso (este verano apostemos por los bañadores efecto vientre plano!), en comparar a tu marido con el de tu amiga, en compararte a ti misma con tu amiga… ¿Sigo? Creo que habéis entendido por dónde quiero ir. Basta, no pierdas más tu tiempo en eso. No sabemos cuándo llegará el día ni la hora, pero quizás sea mucho antes de lo que pensamos. Muchas tenemos experiencias cercanas que lo confirman. Y precisamente por eso, porque no sabemos cuándo será, lo importante es cómo nos encontrará, haciendo qué. Lo importante es que podamos decir: «Siervos inútiles somos, hemos hecho lo que teníamos que hacer».

En mi caso, espero que me encuentre limpiando el baño, quitándole las manchas amarillas a los bodies, forrando los libros de texto, haciendo un puré de verduras, empujando el columpio en el parque, escuchando las historias del colegio de mis hijos, leyendo quizás un libro sobre educación, rezando para que el hijo que se ha ido a dar una vuelta con sus amigos pueda elegir con prudencia y sabiduría, ayudando a la vecina a subir las bolsas de la compra… En definitiva, sirviendo. Quiero levantarme por las mañanas y decir: «Hoy quiero hacerlo todo por amor a ti, porque me estás esperando y porque estaré contigo durante toda la eternidad. Así que no hay mejor idea que ponerme a trabajar desde ya para el gran encuentro final contigo. El resto, vanidad de vanidades. Mis enfados con esa persona no valen nada (por no decir que son ridículos) en comparación con la eternidad que me espera. Ayúdame a colocar cada cosa en su sitio, a darle su justa importancia».

Y es que a veces limpiar el baño es más importante que muchísimas otras cosas, ¿no creéis?

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11 comments

  1. El equilibrio sobre dar la justa importancia a lo humano es tan necesario… Y a la vez tan difícil… Sin embargo seguiremos intentándolo, es una enseñanza tan importante para nuestros hijos, que es esencial.

    Genial artículo 😉

    1. Muchísimas gracias Ester. Es un ejercicio que tenemos que practicar cada día. Como tú dices, hay que seguir intentándolo!

  2. Ay Sara, no te haces ni media idea de lo que me acaba de ayudar leerte…yo también la conocí, y ha sido un regalo recordarla justo hoy y leer todo lo que has escrito. Qué fácil se me hace pensar que mi trabajo diario no vale nada y que tiene poca importancia…y la tiene. Un abrazo y gracias!!

  3. Aiii Sara! Este 2018 ha empezado de la mejor manera. Ojalá este año pueda ser consciente todos los días intensos que vendrán que fui creada para la eternidad, también mientras vivo. En el día a día con los peques. En el día a día en la universidad, con la tesis, las clases, y el máster.
    Gracias porque a través de ti conocí a Chiara. Y por todo lo que escribes, sin duda. Ahora ya sé qué es lo que debo pedirle al Sr.: la gracia de vivir la cotidianidad.

    1. Creo que no hay mayor gracia para una madre. Me alegro TANTO por lo de Chiara que no te lo sé explicar 🙂 Un abrazo grande grande.

  4. Sara me parece muy sabía tu reflexión.
    Soy madre de 6 hijos y abuela de 16 nietos,Es verdad que todo pasa,y que a cualquier edad y en cualquier estado,es hacer de lo «ordinario extraordinario»😙💕

  5. Pues me ha encantado tu escrito porque asi es todo lo que describes y asi deberia ser para todas las madres que trabajamos en casa…
    Cuantas veces parecemos invisibles a los ojos de los demas…y cuantas veces nos desanimamos…gracias porque anima mucho leerte.
    Mi padre decia a menudo en los ultimos años de su vida…» que ibamos montados en una pelota ¡ a velocidad de una bala de cañon..!» asombrandose ante la inmensidad del Universo y su Creador. Sin desperdicio lo que dices, pues eso que cuando nos lleve el Señor sea asi: sirviendo a los demas. Un abrazo

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