«Crear hogar» en tiempos de confinamiento

crear hogar en tiempos de coronavirus

Por Sara Martín

La palabra «hogar» evoca en muchos de nosotros sensaciones especiales. Nos trae a la memoria recuerdos preciosos grabados en nuestro corazón. Sensaciones únicas. Momentos imborrables. Tradiciones recibidas. Pensar en el hogar es volver al pasado, donde éramos niños, adolescentes. Donde nos sentimos queridos. Recordamos esos detalles que nuestros padres tuvieron para con nosotros. Esa comida especial que tanto nos gustaba. Ese juguete con el que tanto soñamos. El calor de nuestra casa cuando entrábamos por la puerta en invierno. El olor a bizcocho recién hecho. Hogar es ese bienestar que recorre los cinco sentidos y llega directo al alma, a la esencia de nuestro ser. Y allí permanece para siempre. En el hogar bien entendido no hay incertidumbres, menos aún las provocadas por el coronavirus y el confinamiento. Por eso, es el momento de crear y recrear hogar para no desperdiciar este tiempo tan particular.

Durante las últimas semanas reflexionaba sobre todas estas cosas y de cómo los últimos tiempos he aprovechado consciente e inconscientemente para «crear hogar» más que nunca en mi casa. En estos tiempos de incertezas necesitamos el hogar desesperadamente. Necesitamos la seguridad del afecto, de las tradiciones, de la vida sana, de la trascendencia. En un momento en el que no sabemos si mañana estaremos todos aquí, si la semana que viene los más pequeños podrán volver al colegio o si la empresa seguirá en pie, sólo nos queda volver a lo fundamental, que es el amor. Porque el bienestar bien entendido es amor, el hogar es amor, una vida bien vivida es amor. Ante la incertidumbre de la pandemia sólo nos queda responder con amor. Porque «no hay temor en el amor».

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Pensamientos en voz alta de una ama de casa del siglo XXI

Empieza el curso para él, para los niños ¿Para mí? Para mí hace 9 años ya que el curso no empieza, ni acaba. Algunos se limitan a decir subliminalmente que «no trabajo» o que si no soy «madre trabajadora», en consecuencia debo ser «madre no-trabajadora». Sólo pensarlo me entra la risa, debe ser que vivo en unas vacaciones perpetuas: sin jefe, sin horarios… Sí, sin altas ni bajas, sin subidas ni bajadas, el estado «ideal». En esa especie de limbo social todavía quedamos algunas madres que hemos decidido y elegido libremente dedicarnos 24 horas a nuestros hijos, lo que nos ha supuesto renunciar a corto o a largo plazo a tener un trabajo fuera de casa, a mejorar el curriculum, a ganar algo más de dinero, a tener ratos para estar mentalmente «sola».

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Propósitos de Año Nuevo: Una idea práctica

objetivos de año nuevo

Que soy una mujer amante de los propósitos de año nuevo es algo ya conocido en este blog. Cada nuevo año me tomo el mes de enero de reflexión para buscar la perspectiva necesaria que, muchas veces a causa de la frenética vida que supone ser madre de familia numerosa, voy perdiendo a lo largo de los meses. Sé que llego un poco tarde porque estamos ya  «casi» terminando febrero. Por suerte sé que sabréis perdonarme, no me da la vida para más. Pero tampoco quería dejar pasar mucho más tiempo, porque el tema perdía su interés.

Todo empezó con un propósito de año nuevo muy concreto que, ya que estamos, también lanzo aquí. Dándole vueltas al uso del móvil y de algunas aplicaciones (si todavía no habéis leído mi post sobre las razones para dejar Instagram, aquí os lo dejo) me pareció el momento de dar un paso más allá en la necesaria desconexión tecnológica que hoy más que nunca creo que necesitamos todos. Desconectar de las pantallas para conectar con la familia, para vivir en presente y estar presente. No sólo estar físicamente, sino con la mente y el corazón en cada cosa que se hace y con cada persona que se está. Pues bien, mi marido recibió el día de Reyes un paquete y una carta con una propuesta. En el paquete, un reloj despertador. Me parece casi poéticamente vintage. Mi último reloj despertador creo que lo utilicé hace quince años, y mi marido más o menos lo mismo. Desde hace ya mucho tiempo el móvil funciona de despertador y se queda toda la noche en la mesilla del propietario. Pues bien, pensé que hacer de nuestro dormitorio una zona libre de móviles era una idea que podía funcionar. Se lo expliqué todo en la carta y aceptó entusiasmado. Los móviles se quedan cargando en el salón por la noche y el despertador se programa a la vieja usanza.

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Vestida de fuerza y dignidad

Sonríe ante el futuro sin miedo

Vaya por delante que este título, en la forma y el fondo, no es mío. No, señoras. Este título tan impresionante nos lo ha otorgado el de Arriba. El Gran Jefe, vaya. Así es como quiere vernos, porque  este es todo el potencial que ve en nosotras: mujeres fuertes y llenas de dignidad, tal y como está escrito en el versículo 25 del capítulo 31 del libro de los Proverbios. 

Pero, como siempre, vamos por partes. Comencemos por el principio. A nadie se le escapa mi interés por todo lo espiritual, y sobre todo por su conexión con lo terrenal. Y de aquí surgió mi interés hace ya casi tres años por los Bible Studies (estudios de la Biblia) que en América por cierto tienen mucho tirón entre los evangélicos. Se trata de libros que analizan al detalle un cierto libro (o capítulo de un libro, como es el caso) de la Biblia. Y lo analizan diariamente durante un periodo de tiempo, normalmente cinco o seis semanas. Analizan cada versículo, lo contextualizan y lo interpretan. Las Escrituras son tan ricas que nunca se acaba de interpretarlas y de conocerlas. Cada día iluminan de forma diferente según el contexto y la situación. En resumen, estos estudios pueden ser guiados o bien se los puede hacer uno por su cuenta, cuando ya tiene más años de experiencia en el escrutinio de la Palabra. Pues bien, yo hace casi tres años empecé a realizar algunos de estos estudios guiados en mis noches libres, cuando iba pudiendo. Y me gustaron tanto que a día de hoy tengo una biblioteca de Bible Studies que esperan pacientemente su turno en la cola. Requieren tiempo y dedicación, y como madre de familia numerosa, de eso tengo poco. Pero en cuanto puedo y mi cerebro lo permite, me lanzo a ellos. Me encantan y me ayudan muchísimo. El primero que hice fue precisamente de este capítulo de los Proverbios, el 31, que hace una detalladísima descripción de «la mujer completa», esa mujer que es más valiosa que las perlas y en la que confía el corazón de su marido. A lo largo de 21 versículos hace un espectacular elenco de virtudes y capacidades, que por cierto en el alfabeto hebreo van de la A a la Z, a modo de poema, como para querer demostrar su totalidad, su posibilidad de ser completa en todos los sentidos. Este estudio me abrió los ojos al interesantísimo mundo de los Bible Studies y sobre todo (en lo que concierne a este artículo de MTQS) a este capítulo de los Proverbios que cambió mi vida. 

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El mejor verano de nuestras vidas

Los domingos por la mañana solía haber churros en casa. Cuando éramos pequeños, iba mi padre a comprarlos muy temprano. Con el tiempo, nos iba tocando a los niños ir a esa pequeñísima tienda que había en el barrio, donde sólo cabía esa gran máquina para fabricar los churros, un mostrador grasiento y tres clientes apiñados para no ser vomitados hacia la calle. Las colas daban a veces la vuelta a la esquina; mientras que el olor a churro inundaba los alrededores. Todavía puedo sentir el calor asfixiante que desprendía aquel local diminuto, y que ahora incluso añoro.

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«Antes de morir, mi hijo me señalaba el Cielo con el dedo»

Un día Santi empezó a vomitar y a tener fiebre alta. Sus padres, Santiago Cañizares y Mayte García, acudieron a urgencias del hospital. Pensaron que sería cualquier virus o enfermedad común. Pero no fue así. Su pequeño de 3 años tenía un meduloblastoma, un cáncer infantil muy grave localizado en el cerebelo, del que -según les dijeron- pocos niños sobreviven. La vida del pequeño Santi se quedó colgando de un hilo cuando, días después, empezó a convulsionar y entró en coma. Le siguieron dos infartos cerebrales. Santi, sin embargo, sobrevivió a aquellos episodios dramáticos. Todavía tenía una gran misión por cumplir, para la que necesitaría 15 preciosos meses.

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Hola, tengo 4 hermanos…y tele.

Mis padres tenían tele y 5 hijos, o sea, eran el imán de un sin fin de comentarios que seguro que te suenan… ¡¡muchos de ellos los recojo en este vídeo!!

Un entrañable anecdotario para que, como siempre, nos echemos unas risas…

 

 

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Dejar y dar. In memoriam Marta

Eran las nueve de la mañana del tres de octubre de 2018 en la calle Ana de Austria del barrio madrileño de Sanchinarro. Como es habitual, varios coches en doble fila, otros saliendo y los que llegan aprovechan los huecos. Todos nos movemos de modo automático, damos los buenos días y se percibe un típico vaivén cotidiano con el que a ritmo vertiginoso dejamos y damos a nuestros hijos en la escuela infantil. Esa mañana, desapercibido, un padre olvida dar a su pequeña, la deja en el coche y marcha a su trabajo.

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El tablón del agradecimiento

Tablón del agradecimiento

Hace un mes compartí en mi instagram una imagen de una preciosa costumbre que tenemos en nuestra casa desde hace cinco años. Se llama el tablón del agradecimiento y le atribuyo la «mágica» propiedad de crear gratitud y felicidad en el corazón con tan sólo mirarlo. ¿Os apuntáis?

Se trata simplemente de comprar un corcho de esos gigantes en forma de tablón para colgarlo en una pared visible de la casa. Nosotros hemos elegido un espacio intermedio entre la cocina y el salón (visto que hemos unido ambas habitaciones), pero anteriormente estaba en la cocina. Busca un lugar por el que pases y ante el que tengas la oportunidad de pararte diariamente. Algo que puedas ver cada día cuando te levantas, o cuando desayunas, o cuando vayas al salón un rato. Si queda relegado a una habitación que no utilizas diariamente o un pasillo por el que vas corriendo perderá el efecto prometido.

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El mayor ya lo sabe

El mayor ya lo sabe

No lo esperaba tan pronto. Confiaba en tener un añito más de inocencia intacta y más después de haber superado la prueba de este año con nota. Mi hijo mayor, de 9 años, había pasado unas Navidades estupendas y, por supuesto, tenía una ilusión enorme por que llegaran los Magos de Oriente. Hizo su carta con bastante antelación y se la entregó a Melchor justo en la víspera de la Epifanía en nuestra parroquia. Ningún comentario parecía cuestionar nada. Solo dijo: “Mamá, yo creo que los Reyes que vienen a la parroquia no son los de verdad”. Y ya.

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