Por Isis Barajas
Creo que debo explicaciones. O, al menos, yo así lo siento. Llevo ya casi dos años sin escribir en este blog (este fue el último artículo). ¡Dos años! Se dice pronto… Y ayer se me echó encima como una losa todo este tiempo al entrar en Mailchimp, nuestra plataforma para gestionar las suscripciones a la newsletter, y ver que todavía hay personas que se siguen suscribiendo a pesar de que llevamos años sin apenas actividad. De hecho, ya son (sois) cerca de mil personas apuntadas a la lista de distribución y probablemente muchos no hayáis recibido nunca un email nuestro porque sólo se envían cuando hay un nuevo artículo publicado.
Me dio mucha pena pensar que estamos dejando morir este blog y me sentí, de algún modo, en deuda. Así que quería, al menos, explicar por qué llevo yo tanto tiempo sin escribir. No puedo hablar por las demás blogueras de esta web, porque cada una tiene sus circunstancias particulares, pero sí quería compartir con vosotros algo muy personal que me lleva rondando la cabeza y el corazón mucho tiempo, y de lo que no he sido nunca capaz de escribir hasta ahora.
No es nada del otro mundo. En realidad, es una tontería. Pero a mí, siendo periodista y dedicándome a esto, me humilla mucho reconocerlo públicamente y es una circunstancia que me hace sufrir. Es tan sencillo como que llevo un tiempo con una gran dificultad para escribir. No para escribir un reportaje o un artículo periodístico; sino para escribir una opinión, una reflexión o algo que me implique a mí personalmente. Y no hay nada más personal que un blog o una columna de opinión como la que escribo trimestralmente en la revista Misión.
En demasiadas ocasiones, ponerme frente al ordenador se convierte para mí en una tortura. Por supuesto, siempre tengo algo mejor que hacer que sentarme delante de la pantalla. Pero cuando logro hacerlo, me enfrento a la página en blanco con frustración, sin saber qué contar o cómo contarlo. Parece que la inspiración se hubiera ido a buscar otros puertos. Por otra parte, me atenaza la inseguridad, puesto que yo no soy una intelectual (aunque, no lo voy a negar, tengo mis estudios), tampoco soy una periodista en activo (hace tiempo que dejé las redacciones y apenas hago alguna que otra colaboración en medios) ni soy, para mi pesar, una virtuosa de las letras.
Además, tengo una forma de escribir bastante torpe y muy poco inteligente. Si no me gusta el comienzo, no soy capaz de continuar. Cada vez que añado una frase, leo todo desde el principio a ver si suena bien en mi cabeza. Borro, y vuelvo a empezar. No me gusta. Lo dejo. Otro día empiezo de cero. Y así continuamente hasta que llega la fecha de entrega y tengo que soltar el artículo desapegándome de él y sabiendo que, aunque no cumple con mis expectativas, tengo que aceptar la limitación de no saber hacerlo mejor. No puedo describir lo frustrante que puede llegar a ser este proceso. Es cierto que a veces sí tengo una idea clara sobre lo que escribir, entro en “flow”, empiezo a disfrutar del proceso de escritura y todo fluye con mayor facilidad; pero no es así siempre, ni siquiera la mayoría de las veces.
Probablemente esta dificultad se agrava porque cada vez escribo menos. Cuando comencé con el blog escribía con mayor asiduidad y eso facilitaba no tener que levantar el edificio de cero cada vez que me ponía con un nuevo artículo. Me mantenía en una tensión buena y las ideas bullían en mí. Pero la falta de hábito no explica del todo el problema. Sé que si empecé a escribir menos y a huir del ordenador hace ya unos años fue porque entré en un desierto creativo. Y sé también que el Señor permitió (o proveyó) ese desierto para mí.
Al mismo tiempo que siento una gran dificultad para escribir, también siento una llamada muy fuerte a hacerlo. Podría simplemente renunciar a torpedearme la vida escribiendo, abandonar este suplicio y dedicarme a otra cosa, pero creo sinceramente que estaría dejando de responder a una vocación. Digo que es una vocación porque veo realmente que Dios me llama a escribir, a anunciarle a Él a través de mis pobres letras. Así que esto ha provocado que me enfade mucho con el Señor: me llama a escribir y al mismo tiempo siento que me boicotea el camino sumiéndome en un desierto del que no acabo de salir.
Pero en el fondo sé que si Dios permite este desierto para mí es para que yo no me atribuya ningún mérito. Conocer mi limitación y mi incapacidad constante me ayuda a tener claro y presente que si algún artículo mío gusta o ayuda a alguien no es por mérito propio. Si yo fuera una máquina capaz de sacarme artículos maravillosos de la manga como churros quizá tendría el peligro de creerme “alguien”. Pero yo conozco mejor que nadie mi debilidad. Non nobis, Domine, non nobis, sed Nomini Tuo da gloriam.
Esto me ha hecho darle muchas vueltas al tema del don o del talento. Hasta ahora relacionaba el don con tener facilidad para hacer bien alguna cosa. Según esta idea, yo no tendría talento ninguno para escribir porque me cuesta un riñón hacerlo. Sin embargo, este verano al escuchar en misa la parábola de los talentos (Mt 25, 14-30) se abrió ante mí una visión diferente. Es dura esta Palabra; sobre todo, porque yo me vi claramente identificada con el sirviente que sólo recibió un talento, tuvo miedo, cavó en la tierra y allí lo metió. “Siervo malo y perezoso”, le dirá el dueño de la hacienda. El talento ya no me parece algo que tenga que dárseme bien o que me resulte fácil de hacer; más bien me parece un encargo, una misión, un don que se recibe no para enterrarlo sino para ponerlo en juego. ¡Ay!, y qué agotador y difícil es poner a trabajar ese talento. No es fácil, no sale solo, supone un gran sacrificio y puede convertirse incluso en una cruz. Así que está la vía fácil de enterrarlo y olvidarse (“siervo malo y perezoso”) o perder la cara, exponerse al bochorno y ponerlo a funcionar.
Dije al principio que escribía esto para explicar por qué no escribo en el blog, pero creo que en el fondo lo hago para darme a mí misma un buen zarandeo. A veces es necesario poner las cosas a la luz para que sean iluminadas. Probablemente todo este rollo, además de una exposición pública bastante vergonzosa de mis carencias, no sea más que un suicidio profesional. Pero es que a mí nunca se me dio bien “venderme” en las entrevistas de trabajo.
Espero no tardar otros dos años en aparecer por aquí y que el Señor me dé la fuerza para no renunciar a sus dones. Mientras tanto, gracias por estar y por pasarte por esta casa.
22 comments
Querida Isis:
Gracias por ponerte al servicio de Dios y trabajar para que tu talento dé fruto.
Rezo por ti.
Un abrazo.
Hola Isis, te comprendo mucho y qué bien lo cuentas. Vengo a apoyar esa conciencia que tienes de que el Señor te pide escribir. Te diré que muchas veces me pasa que ando con sed de leer algo tuyo. Creo que es sed de esa sensibilidad con la que haces una reflexion atenta y auténtica, fresca. De alguien que ha pasado todo por el corazón con mucha verdad y libertad. Creo que ayuda al lector a conectar con su propia sensibilidad y autenticidad.
Tienes una voz irremplazable. Nada de suicidio profesional.
Un abrazo y mucho ánimo!
Me conmueve muchísimo tu mensaje, Marian. Muchas gracias, de verdad.
Pues mira, a esa misma palabra le tengo un poco de mania…. Por que siempre he pensado que no tengo nada destacable, nada talentoso que poner la servicio de los demas.
Pero leyéndote eso de que mas bien era un encargo, una mision…. Y he pensado «eso es! Mi familia, mis hijos… De eso me pediran cuenta»
Gracias por tu articulo a «pecho descubierto»
Un abrazo!
El modo de proceder de Dios es un auténtico misterio, pero lo que es más que evidente es que no elige a los más capaces. Ánimo en tu maravillosa misión. ¡Gracias!
Mil gracias Isis!!! Precisamente os mandé un mensaje hace unos días animándonos a escribir, porque realmente creo que eres un instrumento de Dios, y todo lo que he leído de tí me ha ayudado tanto… Está claro que es parte de tu misión, el Señor te da la gracia, y como dice alguien importante para nosotros: «No dejes nunca de hacer el bien por miedo a la vanidad, porque eso viene del demonio».
Un abrazo fuerte
Uy, el correo… Llevamos meses sin abrirlo. ¡Perdona! Lo del miedo a la vanidad es cierto… pero hay un hilo tan fino ahí. Muchísimas gracias por tu mensaje.
Hola, Isis!
Pues yo creo que escribes fenomenal, y además tus reflexiones son siempre profundas, ingeniosas, diferentes.
Efectivamente, haces un gran bien poniendo a trabajar tu talento. Un abrazo muy fuerte.
Ay, cómo se nota que eres mi amigo. Un abrazo grande
Querida Isis,
¡Te comprendo perfectamente!
Un abrazo fuerte
Bien hallada!!!!
No lo dejes. Lo haces muy bien y haces mucho bien.
Hola Isis, pues yo sí te eché ( os eché mucho de menos) de me hacía muy raro no volver a leer nada de vosotras… Por favor ánimo, eres un instrumento de Dios para muchas mujeres ( y tal vez hombres) que leen tus historias… A veces el «zarandeo» lo permite Dios para que recordemos que a Su Lado es muuuucho mejor que confiar en nuestros propios talentos. De verdad d te envío muuuucho ánimo, tengo también mucha sed de leeros, no te quiero comprometer pero de verdad nos haces muuuchaañ falta… Un abrazo en el Señor, que te de mucha fuerza y sabiduría y derrame su Santo Espíritu sobre ti. Atte Janeth Grimaldo desde País Vasco España
¡Gracias, Janeth!! Lo intentaré 😉
Querida Isis:
Me gusta tanto este blog que lo he recomendado a unas cuantas amigas porque creo que aquí escribís lo que muchas vivimos y no hay otro medio que lo refleje. También decir que cuando recibo Misión lo primero que hago es buscarte y leerte. Me alegra pensar que la razón de dejar de escribir no es nada grave.
Te animo a que sigas escribiendo, para mí sí tienes buena literatura.
Isis querida! Inspiras
Cuando Dios y vos quieran nos seguirás ayudando a pensar y expresar con la claridad que te caracteriza.
Chin chin Por lo que vendra!!
Desde Argentina te mando un abrazo enorme
Un saludo, Isis.
Lo del suicidio profesional, ni se te ocurra. Te «sigo» desde hace bastante tiempo y me gustan tus artículos por la sencillez y profundidad (se nota que es lo que llevas en el corazón).
Tengo alguna experiencia de lo que a ti te pasa pues, en mi trabajo profesional, pasé por uns situación similar. En tu caso, con ¿siete? hijos, esposo, etc., etc. no es dificil comprobar que uno no es, ni falta que hace, Supermán. Somos todos de la gran familia de los «Normalitos»
¿No será que necesitas descansar, aparcar algunas cosas durante una temporada, acudir al médico…? No soy buen consejero, pero eso me libró de una bajonazo de mediana/grande intensidad.
Te considero una buena profesional, que sabes transmitir en positivo y creo que tus artículos hacen mucho bien a muchos.
Rezaré para que pronto recargues bien las pilas y sigas dando guerra de la buena.
Recibe un cordial saludo.
Muchísimas gracias, Carlos. Lo del descanso es un temazo. Desde luego, me hace falta (como a todos), pero quizá no el descanso de dejar de hacer cosas sino un descanso más en el Señor.
En el mundo que nos ha tocado hace mucha falta leer reflexiones libres de una madre.
Gracias de otra madre
23 de octubre de 2022
Muy querida Isis:
¡Cristo lo sabe todo respecto a cada uno de nosotros y a nosotros nos basta con la alegría y seguridad de que Él lo sabe!
Reconocer esto es seguramente el primer y principal pasito del “bebé” o “niñito” que somos cada nuevo día, tras el cual vienen los demás pasitos, y, por supuesto, los de nuestras “contradicciones” y caídas, incluidas en ese “paquete”. ¡Aleluya!
Antes de seguir adelante, muchísimas gracias, querida Isis, por tu artículo. ¡Dios te lo pague a su manera siempre inesperada y asombrosamente sobreabundante!
Me he visto identificado al 100% (o casi) con tus dificultades y suplicios a la hora de escribir algo “que te implica personalmente”.
Es verdad, como bien dices, que existe la tentación y peligro de “poner bajo tierra” el pequeñito “talento escritor” dado a los que somos “normalitos”, y renunciar a escribir.
Y es verdad que, como te dice Inmaculada, tras el perfeccionismo de “retocar y retocar” un artículo, puede esconderse la vanidad. En mi caso, también el orgullo.
También es verdad, como bien señalas, que si Dios permite y provee para ti ese “desierto”, es para que “no te atribuyas ningún mérito”: si ayudas a alguien no es por mérito propio.
Me parece que hablas con razón de un “zarandearte” a ti misma al escribirnos este artículo porque todos necesitamos sacudirnos, de vez en cuando, la pelusilla que se nos queda en la chaqueta.
Y también me parece acertado que hables del “suicidio profesional”, ya que morir cada hora un poco es uno de los verdaderos modos de vivir.
Algo de esto diría, querida Isis.
Doy gracias a Dios por tus padres, por ti, por tu marido y por tus hijos, así como por todos los que te acompañan y ayudan a ser quien eres.
En mi caso, lo que más necesito y menos hago es dejar que Cristo escriba a diario su carta en mí, poniéndome ante Él como un papel en blanco.
Un abrazo muy fuerte:
José Mari
Querido José Mari,
Qué maravilla de carta me has escrito y qué buena radiografía me has hecho. Es así todo, tal y como lo cuentas. Ojalá, como dices, nos hagamos un poco más pequeños cada día para que verdaderamente escriba Dios en nuestras vidas. Gracias por tu cariñoso mensaje. Un fuerte abrazo.
Saludos
Isys
Es la primera vez que te leo, es la primera vez que me topo con este blog, y como crees en Dios y sus misterios, pues te diré que googlee «blog de mujeres» esperando que Dios me llevara a las palabras que necesito en este preciso momento; y así apareciste tú.
Que difícil es sentir que no se tienen dones o que el llamado recibido nos enfrenta a dificultades, pero así es esta vida misteriosa, y por ello creo que nos necesitamos unas a otras, porque en realidad si tenemos un don. El don de ser mujeres con nuestra sensibilidad y emociones enmarcadas en amor.
Así, unas cantan, bailan, pintan, cocinan, escriben y otras leemos, porque la que escribe necesita ser leída.
Gracias por tus palabras escritas, que han conmovido mi ser, en un momento de soledad, tristeza, desesperanza… ahí justo cuando te necesité, estuviste para mí.
Te abrazo desde la distancia, desde mi don de leer
Qué precioso mensaje, Lisbeth. ¡Gracias! Me alegra mucho que el Señor te haya traído hasta aquí. Me alegra tanto como me sorprende, ya que nuestro posicionamiento en buscadores no creo que sea muy allá y menos con todos los blogs de mujeres que hay por el mundo. Sin duda, cosas de Dios. ¡Bienvenida!