Tengo un hijo con síndrome de Down que va a un cole de educación especial. Es el ser humano más bueno, apacible y maravilloso que habéis podido conocer. Convivir con él es un auténtico privilegio. A los cinco meses fue operado de una grave cardiopatía y le costó empezar a andar.
Fue a una escuela infantil de integración donde sus profesores y compañeros le trataron como a uno más y donde fue absolutamente feliz. Y la idea de su padre y la mía siempre fue llevarlo con su hermano a un colegio de educación inclusiva. Hasta que llegó el día de cambiarlo.