Ante todo parto con una premisa: la teoría sobre la que se basa todo mi artículo NO es mía. No me la atribuyo, pero agradezco que exista porque ilumina muchas áreas de mi día a día, ¡y espero que después de haber leído esto también del vuestro! La conocí en uno de mis libros favoritos (y más life-changing, ahora lo llaman así) que se llama «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva», de Stephen Covey. Ignoro también si la teoría es suya o él también la reutiliza para explicar más cosas.
La Teoría de los Cuadrantes explica que todo lo que hacemos se encasilla en uno de estos cuatro cuadrantes que podéis ver aquí:
Tomo esta imagen de El Blog del Mando Intermedio, que también se la atribuye a mi querido Stephen Covey.
Como os decía, esta teoría explica que todo lo que hacemos en nuestro día a día, cualquier actividad, se encasilla en uno de estos cuatro cuadrantes. Más aún, Covey aventura que nuestras vidas basculan en su gran mayoría entre el Cuadrante I (Importante y Urgente), es decir, las crisis, los problemas que aparecen al momento y que deben resolverse YA, y el Cuadrante IV (No Importante y No Urgente), es decir, redes sociales, revistas, whatsapps con chistes y… añade tú lo que quieras aquí.
Por tanto, vidas que gestionan crisis, problemas, plazos (trabajos de última hora en el colegio, actividades urgentes en el trabajo) y al mismo tiempo tonterías varias que utilizamos para gratificarnos y para «olvidarnos» un poco, precisamente, de tanta crisis.
Un cuadrante que actúa sobre nosotros (el I) y un cuadrante donde entramos a olvidarnos de todo (el IV). ¿Te sientes identificada?
Yo personalmente sí me he sentido así.
¿Pero qué pasa con los otros dos cuadrantes?
Ante todo, hay una pregunta que resolver primero. ¿Estás segura de que sabes la diferencia entre lo Urgente y lo Importante? Lo urgente necesita una atención inmediata y no puede posponerse. Sin embargo, lo importante es diferente. Ha de hacerse, pero no siempre tiene una fecha de caducidad y muchas veces lo posponemos. Pero lo importante es, precisamente, lo que nos ayuda a llegar a donde aspiramos. Lo que se alinea con nuestros principios y valores, lo que nos ayuda a construir la vida que deseamos. Es lo que aporta con mayúsculas, a veces a corto plazo, pero sobre todo a medio y a largo plazo.
Y volviendo de nuevo a la pregunta: ¿Qué pasa con los otros dos cuadrantes?
Del Cuadrante III ni hablamos. Cuanto menos te pasees por allí, tanto mejor para ti. A veces no queda más remedio, pero por suerte es un cuadrante en el que nadie quiere estar.
Pero llegamos al Cuadrante II, del que hasta ahora no habíamos hablado. Y eso nos obliga a tener en mente el concepto de Importante. Son actividades No Urgentes, cierto, pero siguen estando en tu escala de prioridades porque tú les has dado importancia. Y si se las has dado es porque la tienen. Porque sabes que aportan a tu vida. Quizá sea pasar tiempo de calidad y a solas con cada uno de tus hijos o tu pareja. Quizá sea leer libros de educación para afrontar ese problema que no consigues resolver. Quizá es tomar un café con esa amiga que está pasando un mal momento y para el que nunca encuentras tiempo. Quizás sea meditar 10 minutos por las mañanas. Quizás… Sólo tú lo sabes. Pero sabes que es Importante y aún así las actividades del Cuadrante I y del Cuadrante IV consumen tu tiempo. ¿Es así? No te preocupes, nos pasa a muchas.
Efectivamente, las actividades del Cuadrante II requieren de tu iniciativa. No se resuelven solas. Tardan mucho tiempo antes de pasar a la categoría de Urgentes (y cuando pasan, mal asunto…). Y es aquí donde entras tú. Está en tu mano buscarles un hueco en tu agenda, decidir que lo Importante no puede posponerse ni un día más. Descubrirás un secreto: cuanto más trabajas en el Cuadrante II, más pequeño se hace el Cuadrante I. Porque trabajar en Importante/No Urgente es preventivo, se adelanta a los problemas antes de que sucedan. No siempre, por supuesto, pero los reduce de una manera notable.
Y sin embargo, esta no es su mayor ventaja. La mayor ventaja es cómo te sientes tú, el maravilloso efecto que tiene en tu vida reordenar tus actividades según tu escala de valores y no según el incendio que toca apagar cada día. La sensación de vivir con sentido, de hacer cosas que merecen la pena. De estar agotada con una sonrisa. Sensación de que en tu vida hay equilibrio. Que la controlas tú con tu determinación y tu disciplina. Un cuadrante que se agranda y deja cada vez menos espacio a las crisis.
Así que ya lo sabes, alimenta el Cuadrante II todo lo que puedas. No estás perdiendo el tiempo, te estás enfocando en tus valores y en las nuevas oportunidades que encuentras. Haz la prueba durante un mes y cuéntanos los resultados. No me cabe duda de que merecerá la pena y no querrás volver atrás.