21 libros para una Navidad de cuento

Libros para leer en Navidad. Foto de Miriam Esteban

Hoy os traemos al blog las recomendaciones literarias de una lectora voraz. Teresa Llamas dirige varios clubs de lectura tanto para adultos como para niños, y comparte a través de su cuenta de Instagram todos esos libros que caen en sus manos. Esta preciosa selección navideña que ha elaborado para MTQS es perfecta para pasar grandes momentos de sofá y manta en familia. Seguro que con cualquiera de ellos, tus hijos te piden cinco minutos más de cuento.

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El poder transformador de la obra de arte

El poder trasformador de la obra de arte, con Íñigo Pirfano

Frecuentemente el estupor ante la magnificencia de todo lo creado es asolado entre el barullo de la cotidianidad. La sociedad actual ha perdido la capacidad de asombrarse.

Estamos rodeados de belleza, pequeños milagros diarios, a los que desgraciadamente nos acostumbramos. Cuando en realidad son constantes y testarudos reclamos que tocan e interpelan nuestro ser.

Hace unas semanas pude asistir a un BoscoEncuentro con Íñigo Pirfano organizado por Boscofilms.

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¡Que no viene el lobo!

Que viene el lobo

De vuelta de la Feria del Libro (en la que, por cierto, gasto el triple desde que soy madre que cuando era una friki aficionada a todo lo que oliera a literatura medieval), he sentido la necesidad de compartir en este blog mi inquietud y mi zozobra: el buenismo nos invade y cercena hasta la infancia de nuestros hijos.

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La Belleza que atrae

Me despedí, cerré la puerta y pensé: verdaderamente hay una Belleza que atrae.

Jamás hubiera imaginado tener la suerte de poder visitar el Centro de Estudios e Investigaciones Ezio Aletti.

En este taller, muy cerca de la Basílica de Santa Maria Maggiore (Roma), nacen los mosaicos de Padre Rupnik, jesuita esloveno conocido por sus mosaicos en un gran número de iglesias. Entre otras, la capilla de Redemptoris Mater del Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano.

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Morir como perros

morir como perros

Leí el otro día un artículo conmovedor en el que un veterinario relataba cómo los perros buscan desesperadamente la mirada de los amos cuando les administran la inyección letal que los «duerme» (que los mata, entiéndase) y lo importante que es la presencia de su «familia» mientras les llega la muerte. “Los últimos momentos del animal suelen ser frenéticos y miran a su alrededor para buscar a sus dueños. Perciben cuándo toman la decisión de terminar con su sufrimiento, se sienten vulnerables y, en consecuencia, lo mejor es que siempre estén al lado de ellos para tranquilizarlos, además de darles el último adiós”, relataba este veterinario “cansado y con el corazón roto”, que apostillaba: “¡Las personas son el centro de su mundo durante toda su vida! Sin embargo, el 90% de los propietarios no quieren estar en la habitación cuando se les administra la inyección letal”. Según el profesional, los animales “buscan en cada rostro a la persona amada. No entienden por qué los dejas cuando están enfermos, asustados, viejos o muriendo de cáncer y necesitan tu cariño…”.

Tenemos en casa una frenchie y una mastina (algún día os contaré la historia de Vilma y Betty) que llenan nuestros días de esa luz que solo un peludo puede dar, y conforme iba leyendo el artículo me asaltaban infinidad de sensaciones y pensamientos. Desde la pena infinita y el vértigo ante la realidad de que algún día nos dirán adiós, hasta la rabia y la indignación contenida por ver cómo somos capaces de empatizar con las causas más nobles, animalismos y ecologías, mientras nosotros nos deshumanizamos (¿o debería decir nos desanimalizamos?) muriendo entre cables, en la aséptica sala de un hospital, más solos que la una, cuando no pidiendo la hora de pura depresión.

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¿Qué libertad?

libertad big data

No descubro nada si les digo que el universo digital, en cualquiera de sus multiformes tentáculos, sabe mil veces mejor que yo misma quién soy, dónde he estado esta mañana, qué he hecho, dónde acabo de comer, en qué supermercado he comprado los pañales, cuánto me he gastado al mes en fármacos, adónde me gustaría irme de vacaciones, en qué bar me he tomado un café («ha pasado usted aquí más de quince minutos», deduce el sagaz Google Activity), adónde envío flores cada 14 de mayo, a qué hora me levanto los jueves, a qué dirección me envían un taxi («¿está usted seguro?», pregunta educadamente Mytaxi cuando me he equivocado en un número que difiere de la implacable geolocalización) o por qué inquietante motivo que no alcanzo a recordar una tarde tecleé «gif negro tira agua» en el buscador del móvil.

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Tu privacidad es importante para MTQS

Reglamento Europeo de Protección de Datos

Como sabéis, a partir del 25 de mayo de 2018 entra en vigor el nuevo Reglamento Europeo de Protección de Datos (GDPR). Para reforzar nuestro compromiso con la protección de tus datos personales, hemos actualizado nuestra Política de Privacidad conforme a dicho Reglamento.

Puedes consultar qué hacemos con tu información y por qué, cuáles son tus derechos y cómo puedes ejercerlos aquí:

POLÍTICA DE PRIVACIDAD

Canta con Marga

Como igual ordeno cajones que cocino unas pechugas… Hoy, ¡canta conmigo! Te propongo la lectura cantada de unos libros que en casa nos tienen cautivados… La colección «De la luna a la cuna» es de la editorial Kalandraka y consta de unos libritos preciosos que siembran en los niños (¡incluso bebés!) el amor por la lectura, la poesía…

¡Qué listos son los Reyes Magos!

 

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El gran miedo

miedo síndrome de down

Última hora: según la ONG Down España, casi el 100% de las mujeres embarazadas de un hijo con síndrome de down, abortan. Lamentablemente, no me sorprende. Pasado mañana, cuando tengamos implantado el test de detección prenatal del autismo –solo es un desagradable ejemplo– tardaremos poco en leer las mismas cifras. Estoy convencida de que si todavía nacen personas con autismo es porque los científicos aún no han logrado el diagnóstico prenatal. Y quien dice del autismo dice de la tendencia a la depresión. O a la cojera. O a desarrollar una enfermedad crónica que nos convierta en (¿cómo era?) parásitos del sistema. O a ser niño, si yo había pagado por una niña. Aunque esto último me parece que hace mucho que ha dejado de ser una triste distopía.

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Grandes historias para jóvenes lectores

grandes historias para jóvenes lectores

Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía hambre o se estaba quedando helado…

 Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá o alguna otra persona solícita le ha apagado la luz con el argumento bien intencionado de que tiene que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito…

 Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia maravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventuras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía la vida le parecería vacía y sin sentido…

 Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo que Bastian hizo entonces.»

(Michael Ende, «La Historia Interminable»)

 

En un ratito libre que he tenido he podido merendarme el Astérix en Italia que me han traído los Reyes Magos. (Sin lugar a dudas, el mejor regalo de estas Navidades; la niña que llevo dentro camuflada tras unas gafas de profesora de Universidad se declara fan absoluta de la aldea de los irreductibles galos). Mientras lo leía, me ha dado por pensar en lo mucho que me gustaría escribir un post de homenaje a todos los libros y cómics que me han hecho tan inmensamente feliz a lo largo de mi niñez y adolescencia. Un post donde hablara de un tiempo en el que no había Internet, ni tablets, ni móviles, y sin embargo, contaba con los dos mejores gadgets posibles: un libro y una poderosa imaginación. En un post así podría contar lo mucho que viajé, soñé, conocí, lloré y reí agarrada al timón de papel de aquel barco de mi cama, dispuesto a zarpar cada noche hacia un horizonte nuevo. Y podría recordar lo trascendental que ha sido para mí tener una familia que fomentaba mi gozosa adicción: un padre que me facilitaba con alborozo los libros de su extraordinaria biblioteca y una madre que entendía que a mí la ropa me importaba un pimiento, y que en realidad no había nada que me hiciera más feliz que ir de compras a una librería.

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