Servidumbre humana

El otro día quedé a dar un paseo con un viejo amigo, muy sabio, que padece Alzheimer. Está ya en esa etapa en la que tiene lagunas de memoria más que importantes: ha olvidado que padece una enfermedad, pero todavía se puede mantener una conversación con él, si se le conoce bien y se le va llevando por los rumbos adecuados.

Este amigo mío, que solía ser muy entusiasta de los temas de actualidad, era especialmente certero a la hora de analizarla con gran profundidad y calado intelectual. Siempre fue –y sigue siendo- un caballero de modo que, en determinado momento, me comentó “disculpa que ya no esté tan al tanto. Con la edad uno va perdiendo facultades. Intento mantenerme al día, pero noto que olvido las cosas”. Normalmente con este tipo de enfermos lo importante es que sientan mucho cariño, y que todas las conversaciones versen sobre materias agradables, pero me nació del alma decirle “mira, tal y como están las cosas, es casi mejor que no estés al tanto del panorama”.

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