¿Sabíais que San Patricio, cuya festividad celebramos hoy, además de patrón de Irlanda, es, según la tradición, guardián del Purgatorio? Hay toda una curiosa leyenda sobre esta cuestión, de la que se hace eco la Literatura Universal. Existe un antiguo poema francés del siglo XII, L’Espurgatoire Saint Patriz (El Purgatorio de San Patricio) que no es más que una traducción del Tractatus de Purgatorio Sancti Patricii, un texto latino escrito por H. De Saltrey, un monje cisterciense inglés. El Tractatus relata el viaje del caballero irlandés Owein al santuario de San Patricio en el Lago Derg (Loch Derg), donde viaja a través del Purgatorio y el Paraíso Terrenal. Una historia que, muy probablemente, conocía el gran Dante Alighieri y que le inspiró para el gran viaje alegórico emprendido junto al poeta Virgilio en su Divina Comedia.
También el maestro Shakespeare, en su Hamlet, nos recuerda la imagen de San Patricio como guardián del Purgatorio cuando el joven Hamlet explica, ante el espectro de su padre, que su condición de alma en pena revela que algo está sin resolver…
HORACIO: No hay ofensa, Señor.
HAMLET: Por San Patricio, sí que hay ofensa, Horacio, y mucha. En cuanto a esta aparición, es un espectro de verdad, os lo aseguro.
Y, mirando hacia casa, nuestro Pedro Calderón de la Barca tiene una comedia religiosa titulada, precisamente, El Purgatorio de San Patricio, basado en el viaje alegórico del santo por el purgatorio y en la que se habla de la evangelización de Irlanda. En ella, el libertino Ludovico se resiste a creer y pide una prueba. San Patricio le habla de una misteriosa cueva de entrada al Purgatorio, una cueva que el personaje del Ángel Bueno define con este pasaje maravilloso, con el que cerramos este apunte literario en torno a la figura del célebre santo irlandés: